Sibiu

Mi visita a Sibiu fue como entrar en un mundo mágico, lleno de encanto y misterio. Desde el momento en que puse un pie en esta ciudad de Transilvania, me cautivó su atmósfera medieval y, sobre todo, esas ventanas tan peculiares que parecen ojos vigilantes.

Mientras caminaba por las calles empedradas, me sentía constantemente observado. Las ventanas de los tejados me miraban desde lo alto, como si las casas tuvieran vida propia. Había leído antes sobre ellas, pero verlas en persona fue otra cosa completamente diferente. Esas ventanas pequeñas y alargadas, ligeramente inclinadas, parecían tener personalidad, como si fueran guardianes secretos de Sibiu. No podía evitar sonreír cada vez que levantaba la vista y veía “sus ojos”.

Me perdí por el casco antiguo, paseando por la Plaza Grande (Piața Mare) y la Plaza Pequeña (Piața Mică). Cada esquina me regalaba una nueva perspectiva de la arquitectura única de la ciudad. Las casas pintadas en tonos pastel, con sus tejados inclinados y ventanas vigilantes, parecían susurrarme historias de siglos pasados.

Subí a la Torre del Consejo, desde donde tuve una vista impresionante de la ciudad. Desde allí, los tejados con sus ventanas-ojos eran aún más impresionantes, como un mar rojo salpicado de pupilas curiosas. Fue un momento especial, contemplando cómo el sol iluminaba esos detalles arquitectónicos que hacen de Sibiu un lugar tan único.

Mientras paseaba por los puentes y callejones, como el famoso Puente de las Mentiras, me dejé llevar por el encanto tranquilo de la ciudad. Entré a una cafetería acogedora y me senté junto a una ventana. Mientras bebía un café caliente, no podía dejar de pensar en lo fascinante que era estar rodeado de estas casas tan llenas de carácter, como si cada una tuviera su propia personalidad y estuviera observándome con una especie de curiosidad amable.

Sibiu no es solo una ciudad, es una experiencia. Es caminar entre siglos de historia, sentirte observado por las casas y dejarte envolver por su tranquilidad. Salí de allí con la sensación de haber conocido un lugar que no se parece a ningún otro, y esas ventanas siempre estarán grabadas en mi memoria.

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