Cracovia

El 1 de junio dejamos atrás el paraíso de Corfú y volamos rumbo a Cracovia, Polonia. Tocaba despedirse de las playas, el sol y la brisa marina para volver a ponernos la chaqueta y sumergirnos de nuevo en la ruta del Interrail. Después de dos semanas de respiro entre Albania y Grecia, donde logré escapar por un tiempo del vaivén de trenes, autobuses y ferris por Europa del Este, era momento de retomar la aventura. La segunda etapa de mi viaje de tres meses por Europa comenzaba aquí, en Polonia, y Cracovia sería nuestra primera parada.

Desde el primer momento, supe que Cracovia no iba a decepcionar. Durante el día, nos sumergimos en su historia con un free tour, recorriendo el casco antiguo, la impresionante Plaza del Mercado, el barrio judío de Kazimierz y descubriendo la herencia medieval y las cicatrices de la Segunda Guerra Mundial. Cada rincón de la ciudad tenía algo que contar, desde la leyenda del dragón de Wawel hasta las historias más oscuras de la ocupación nazi. Fue un recorrido intenso, lleno de datos fascinantes y reflexiones sobre el pasado.

Pero si algo aprendí en este viaje, es que Cracovia no solo brilla de día, sino que también sabe cómo divertirse de noche. Y vaya noche la que nos esperaba. Nos unimos a un pub crawl, y como era de esperarse, los americanos y los ingleses lideraban la fiesta. Nunca fallan. Entre bares escondidos, chupitos de wódka y clubes con música electrónica y en vivo, la noche se convirtió en un torbellino de risas, bailes y brindis interminables. La energía de la ciudad era contagiosa, y antes de darnos cuenta, ya estábamos cantando a todo pulmón con desconocidos que se volvieron amigos por una noche.

El primer destino de esta etapa de Interrail había sido un éxito rotundo. Cracovia nos recibió con historia, cultura y una vida nocturna inolvidable. Y esto solo era el comienzo. 🔥🍻🏰

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