Gdansk: La Perla del Báltico
Desde el momento en que puse un pie en Gdansk, supe que era un lugar especial. La ciudad respira historia en cada calle, en cada edificio de ladrillo rojo, en cada rincón de su casco antiguo, meticulosamente reconstruido después de la guerra. Caminar por sus calles adoquinadas me hizo sentir como si estuviera en un cuento medieval, con fachadas coloridas que parecían sacadas de una postal.
Lo primero que hice fue perderme por la Calle Mariacka, sin duda una de las más encantadoras. Las tiendas de ámbar brillaban bajo la luz del sol y los detalles arquitectónicos me dejaron hipnotizado. Desde allí, no podía dejar de visitar la Basílica de Santa María. Subí hasta la torre y, aunque el ascenso fue agotador, la vista desde arriba lo valió completamente: la ciudad y el mar Báltico extendiéndose hasta el horizonte.
Pero Gdansk no es solo belleza, es también historia viva. En Westerplatte, sentí el peso de los acontecimientos que marcaron el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Estar en el mismo lugar donde comenzaron los primeros ataques alemanes en 1939 fue sobrecogedor. Más tarde, en el Museo de la Segunda Guerra Mundial, quedé impactado por la forma en que cada exposición lograba transmitir la brutalidad del conflicto y el sufrimiento humano.
Otro sitio que me marcó fue el Centro Europeo de Solidaridad. Aprender sobre el movimiento Solidaridad y la lucha de Lech Wałęsa por la democracia me hizo ver a Gdansk como mucho más que una ciudad hermosa: es un símbolo de resistencia y cambio.
Y, por supuesto, no podía dejar pasar la oportunidad de probar la gastronomía local. Me deleité con un buen plato de pierogi, disfruté del clásico żurek, esa sopa ácida que sorprende en cada bocado, y no me fui sin probar una cerveza artesanal, siguiendo la tradición cervecera de la ciudad.
La noche en Gdansk también tiene su magia. Entre bares acogedores y restaurantes con vistas al río Motława, terminé el día con la sensación de que esta ciudad tiene una energía única. Historia, cultura, mar y un ambiente vibrante: Gdansk me dejó con ganas de más.