Sighișoara

Mi visita a Sighișoara fue como adentrarme en un cuento medieval. Al llegar, me recibió un lugar que parecía sacado directamente de un libro de historia, con calles empedradas y casas coloridas que parecían guardar siglos de secretos. Mientras caminaba, sentía que cada rincón tenía una historia que contar.

El punto culminante de mi visita fue, sin duda, la famosa Dracula House. Saber que esta pequeña casa amarilla es el lugar donde nació Vlad Tepes, el príncipe que inspiró al mítico Drácula, le daba un toque de misterio a todo. Desde el momento en que crucé la puerta, una mezcla de curiosidad y emoción me invadió. La decoración del lugar, con muebles rústicos y detalles medievales, parecía transportarme a la época en la que Vlad vivió allí.

Había un restaurante en el piso inferior, donde decidí sentarme un rato. Pedí un plato típico y me sentí como un huésped más en esta casa cargada de historia. Mientras comía, no podía evitar imaginar cómo sería la vida de Vlad niño, corriendo por esas mismas habitaciones, completamente ajeno a la leyenda que se tejería en torno a él siglos después.

Después de explorar la casa, seguí recorriendo el casco antiguo de Sighișoara. Subí la Torre del Reloj, donde las vistas eran impresionantes: tejados de tejas rojas, las colinas verdes que rodean la ciudad y las murallas que alguna vez protegieron este rincón medieval. Cada rincón de esta ciudad parecía esconder un pedazo de la historia.

Sighișoara me dejó con la sensación de haber estado en un lugar único, donde la historia, la arquitectura y las leyendas se entrelazan de manera perfecta. Fue una experiencia inolvidable, y la Casa de Drácula fue, sin duda, la cereza en el pastel de este viaje.

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